Explican el inframundo maya

Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) presentaron el libro Cuevas y cenotes mayas: una mirada multidisciplinaria, que tiene el objetivo de analizar las formaciones kársticas de la península de Yucatán desde las disciplinas de la historia, arqueología, epigrafía y etnografía.

Roberto Romero Sandoval, investigador del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, dijo en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt que las cuevas y cenotes ocuparon un lugar importante en la cosmovisión maya, ya que estos espacios fueron considerados los umbrales del inframundo.

“Su interior fue imaginado como el lugar de los orígenes, el útero materno y la mansión de los muertos. Si bien es un lugar donde se producen las enfermedades y la muerte en general, también es un espacio donde se genera la vida, pues en el inframundo se resguardan los tesoros vegetales y animales, se generan los manantiales y se guardan las semillas que darán nueva vida”, indicó.

La obra está dividida en tres apartados. En el primero, dedicado a las cuevas, historia y epigrafía, aparecen dos estudios: uno referente al dios Chaahk y su actuación en las cuevas, y otro sobre las menciones de cuevas en las inscripciones jeroglíficas mayas. En la segunda parte, reservada a cuevas e inframundo, historiografía y etnografía, se presentan novedosas reflexiones sobre las ideas que tuvieron los antiguos mayas acerca de estos espacios sagrados, así como su notable continuidad en la cosmovisión de los grupos actuales.

En la tercera y última sección, hay un capítulo que analiza el tratamiento mortuorio practicado en los cenotes Canún y San Antonio (Yucatán) y Las Calaveras (Quintana Roo), a partir de la arqueología subacuática. El último texto habla de la ruta comercial que debió seguir un colgante Darién (Colombia), localizado en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá, desde el lugar de su elaboración hasta su destino final.

Los autores

Desde la historia y epigrafía, Ana García Barrios, de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, aborda como tema de invitación la imagen del dios Chaahk en el periodo Clásico. Alejandro Sheseña, investigador de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, aborda desde la historia y la epigrafía el análisis de las inscripciones en cuevas, su uso ritual y continuidad entre grupos actuales.

Roberto Romero Sandoval, investigador del Centro de Estudios Mayas de la UNAM, estudió desde la historia el tema de investigación del inframundo entre los antiguos mayas. Daniel Moreno Zaragoza, del Posgrado en Estudios Mesoamericanos de la UNAM, estudió el análisis iconográfico y epigráfico de las vasijas estilo códice del periodo Clásico Tardío, desde la disciplina de la etnohistoria.

La arqueóloga subacuática Carmen Rojas y colaboradores, del Centro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Quintana Roo, estudió el cenote Las Calaveras. Finalmente, Antonio Jaramillo, del Posgrado en Estudios Mesoamericanos de la UNAM, abordó desde la historia la distribución e intercambios de las piezas Darién localizadas en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá.

El libro de reciente presentación, explora estos sitios más allá de los tesoros naturales. Imagen: Agencia Conacyt

El infierno

En el artículo “El infierno en el inframundo maya: la visión de los frailes sobre el mundo inferior”, Romero Sandoval realizó un análisis historiográfico de las obras Apologética historia sumaria de fray Bartolomé de las Casas y la Relación de las cosas de Yucatán de fray Diego de Landa.

De acuerdo con el investigador, quien está adscrito con nivel I al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), ambos frailes destacaron que los indígenas creían en la existencia de otra vida después de la muerte, pero no dudaron en asociar esta creencia con el infierno cristiano.

“A pesar de que la información que nos brindan los religiosos está permeada por su concepción occidental, pude rescatar algunas ideas propias de los mayas antiguos. Por ejemplo, Landa menciona que a este sitio iban buenos y malos, que para los buenos estaba destinado un lugar ‘muy deleitable’, ‘donde había abundancia de comidas y bebidas, y donde descansarían y holgarían todos por siempre’, bajo el cobijo de un gran árbol de ceiba”, apuntó.

Según la interpretación del investigador, esta parte es similar a la descripción que existe del Tlalocan de los antiguos nahuas. “Los malos se dirigían a un espacio más abajo que este, al que denominan Mitnal, término de origen náhuatl, lo que ratifica nuestra idea de que, a lo largo del periodo Posclásico, el área maya se vio favorecida por el intercambio cultural con el centro de México”, señaló.

El estudio busca entender a estos dos religiosos como hombres de su tiempo, destacar su labor evangelizadora y, sobre todo, rescatar las ideas que los mayas antiguos tuvieron del mundo inferior.

Antecedentes

De acuerdo con el investigador, la mayoría de los trabajos que conforman este volumen fueron presentados originalmente como ponencias en el IX Congreso Internacional de Mayistas, que se celebró en la ciudad de San Francisco de Campeche, Campeche, del 23 al 29 de junio de 2013.

Como ya es una tradición, el evento fue organizado por el Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, con el apoyo del gobierno del estado de Campeche. A la mesa intitulada Los umbrales del inframundo maya: cuevas y cenotes, coordinada por Guillermo de Anda, James Brady y Romero Sandoval, asistieron reconocidos especialistas sobre el tema, tanto nacionales como internacionales, y durante el encuentro se dieron fructíferas discusiones que nutrieron posteriormente la presente publicación.

(Con información de Sin Embargo)

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