Bailan decenas de miles con La Maldita Vecindad en Cdmx
Solín fue el primer tema que tocaron y a partir de entonces miles de personas no pararon de moverse al ritmo del ska y rock
La música fue el lenguaje que imperó las últimas horas del sábado en el Zócalo de la Ciudad de México.
Al acto estelar de Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio precedieron varios de los miembros de la Nación Comca’ac, nombre con el que se agrupan poblaciones seris que habitan el desierto en el norte mexicano.
Mientras todavía se percibía la luz del sol filtrada por las espesas nubes, Roco «pachukote» había subido al escenario –colocado frente a la Catedral Metropolitana– sólo para saludar y anunciar la salida de Hamac Caziim, una agrupación de rock pesado dedicada a fusionar música contemporánea con cantos tradicionales seris.
Dirigiéndose a la audiencia casi exclusivamente en su lengua madre, los músicos indígenas pronto pusieron a saltar y mover la cabeza al público. Antes también se habían presentado Janeydi Molina y DJ Lalo; Rapa Brianda y Danitza Romero; así como Bestabé Torres.
Antes de que cayera la noche, el viento y un conato de lluvia obligaron a las personas a ponerse impermeables y sacar los paraguas, mientras tanto los técnicos preparaban los últimos detalles para que Maldita Vecindad pudiera finalmente salir a tocar ante una plancha ya abarrotada de gente.
La cifra llegó a 110 mil asistentes, de acuerdo con la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. Había personas de todas las edades, pero en los primeros lugares destacaban aquellos que portaban sombreros y grandes trajes de pachuco.
La Maldita comenzó con una suerte de ceremonia, un saludo a la Madre Tierra. Copal e incienso aparecieron en el escenario seguidos de los músicos ataviados con trajes de pachuco. Entonces Roco se dirigió al público:
«La música es el puente donde siendo distintos nos podemos encontrar». Para él, los últimos dos años han servido de enseñanza para la humanidad, «porque nos hablan de que habitamos en un mundo profundamente enfermo, de desconexión con nosotros mismos, y por tanto de desconexión con todo lo que nos rodea».
Así, el vocalista llamó a la gente a reconectarse con la naturaleza, y concluyó su ceremonia inicial para sacudir la negatividad y mala vibra. Solín fue el primer tema y a partir de entonces miles de personas no pararon de moverse al ritmo del ska y rock. Roco manifestó el beneplácito de la banda: estaban contentos de regresar a la plancha del Zócalo.
Tras dar un mensaje de apoyo por la manera en que las mujeres están impulsando una transformación social –»éste es el tiempo de las mujeres», dijo–, el vocalista pidió a la saxofonista María Elena Ríos que los acompañara en el escenario y más adelante volvió para incorporarse a varias piezas.
En su cuenta de Twitter, Sheinbaum expresó su «reconocimiento y apoyo» a la saxofonista oaxaqueña, a quien calificó de «una mujer de lucha, quien estuvo rompiendo barreras y demostrando su talento» junto a la banda.
El grupo también dedicó un homenaje a las personas que perdieron la vida a causa de la crisis sanitaria, y aprovechó para recordar la vida del fallecido Lalo Sax Cervantes. «Aparte de llorar y de pasar el duelo, queremos seguir cantándole, cantándole para que nunca muera», expresó Roco.
La Maldita también celebró la afromexicanidad al sonido de las congas con Chacahua; la voz de Tin Tan se escuchó antes de la interpretación de Los agachados y también invitaron a Gus Cervantes, sobrino de su antiguo compañero y alumno de Lalo desde chico. Cargando dos saxofones, el joven se unió a la banda, de modo que el sonido del instrumento de viento se hizo todavía más presente.
Un gran circo, Un poco de sangre, El tieso y la negra, Don palabras y su reciente sencillo, Música guerrera, sonaron a continuación. Pero la energía llegó a su tope cuando la clásica y solicitada melodía de Pachuco llenó el ambiente.
Entonces la banda paró, agradeció a la gente y se retiró para ser devuelta al escenario por el sonido de las voces pidiendo Kumbala. Roco agradeció el cariño y el apoyo recibido, y anunció su homenaje inspirado en Benny Moré. Al término, el Zócalo se convirtió en un salón de baile, Kumbala fue recibida con gritos de emoción.
El concierto acabó casi dos horas y media después. La Maldita interpretó su versión de La Boa y deseó a su público un buen camino de regreso, además de agradecer por la «celebración de paz y de baile».
(Con información de La Jornada)