La guerra por la sucesión en Chiapas
La lucha por la sucesión de la gubernatura de Chiapas en el 2018 inició de meses atrás a la vista de todos, pero a partir del informe del Presidente del Congreso Local, Eduardo Ramírez, adquiere el cariz de una guerra abierta, en la que no habrá concesiones y los ataques se desarrollarán con saña, para vulnerar esa candidatura, sin importar que en esta lucha, Chiapas pierda.
La señal, hasta ahora, parece clara, Eduardo Ramírez es el elegido del gobernador y eso lo hace vulnerable por varias razones: carga los negativos generados por el propio gobierno; va a concentrar los ataques y guerra sucia de los demás suspirantes.
Su fragilidad es mayor en virtud de que las conspiraciones en contra del gobernador lo mellan directamente; se va a incrementar el rumor y la campaña para definir un nuevo interinato; el gobernador Velasco Coello tiene un fuerte desgaste y no consolidó su liderazgo.
Junto a todo esto, hay una peligrosa desarticulación de la presencia del Estado como tal en gran parte del territorio, en la que se deterioró el orden y la autoridad, lo que hace propicio el surgimiento y la creación de conflictos y violencia.
En la designación de gobernadores Chiapas tiene una historia paradigmática. Todos sus gobernantes han sido puestos por el centro del país. Así fue con Pablo Salazar Mendiguchía, quien construyó la alianza de partidos con el respaldo de Los Pinos.
Incluso, el propio secretario de Gobernación en ese momento, Diódoro Carrasco, amenazó a José Antonio Aguilar Bodegas para que desistiera de su candidatura, a sabiendas de que Sami David era un candidato a modo, y después cuando surge el escándalo del título falso de Pablo, el gobierno federal no sólo lo encubrió sino que lo protegió.
En el caso de Juan Sabines Guerrero, la historia se definió al final y por un error de perspectiva: en el 2006 Aguilar Bodegas ya había logrado el respaldo del PAN, pero del panismo ligado a Vicente Fox y a su presidente Manuel Espino.
Pero Felipe Calderón tenía sus propios operadores confrontados con la dirigencia del partido y Juan Sabines terminó aliándose al PAN de Juan Camilo Mouriño y Germán Martínez Cázares, quienes fueron los que inclinaron la balanza.
Ellos lograron consumar un triunfo plagado de ilegalidades, en la que el Magistrado ponente del Trife fue Alejandro Luna Ramos, otro chiapaneco con antecedentes voraces que estuvo al servicio de los gobernadores chiapanecos.
En la contienda del 2018, Eduardo Ramírez aparece como un candidato constreñido a las relaciones locales, frente a los otros aspirantes que mantienen su marco de relaciones desde una perspectiva nacional y que además forman parte de la “juniorcracia”, en la que la carrera política que tienen está determinada por los antecedentes de sus padres, que son ex gobernadores o senadores de la república…
Desde esta perspectiva, los antecedentes le son adversos, pero nunca como ahora el escenario político nacional había estado plagado de incertidumbre, en la que a ciencia cierta no se definen las candidaturas al interior de los partidos, exceptuando la candidatura de Morena. (Con información de Diario Contra Poder en Chiapas)