Gobernador de Chiapas, el gran perdedor
Tuxtla Gutiérrez. En Chiapas no va haber un proceso electoral tranquilo. El gobernador con sus fantasmas y paranoias ensució las elecciones y con ello descompuso la sucesión. La gran paradoja es que el gran perdedor de todo este suceso es el propio gobernador, que difícilmente tendrá una entrega pacífica del cargo.
Los estados de ánimo, en un amplio sector de la población, están enardecidos en contra de Manuel Velasco y sus colaboradores y no se percibe una mínima intención de parte del gobernador de querer cambiar el estado de cosas y sigue alimentando el encono y la rabia con designaciones, que solo muestran ausencia de talento y de inteligencia para nombrar a los funcionarios públicos.
La problemática social de la entidad en lugar de disminuir se acrecienta a niveles peligrosos. Hoy día existen situaciones de tensión con los maestros, los transportistas, los feminicidios, los conflictos en Tila, Oxchuc, Chenalhó y Chalchihuitán. Todo ello se complica con la intervención gubernamental torpe y descarada en el proceso electoral, en el que no deben soslayarse los riesgos de la intervención del crimen organizado en las elecciones municipales, como sucedió en las elecciones del 2015.
El más interesado en buscar una transición pacífica de poderes en Chiapas es el gobernador. Él debiera estar interesado en una operación cicatriz, en el que se curen agravios y buscar conciliar intereses con la mayoría de los ofendidos por su gobierno. Pero su inmadurez política lo conduce a realizar lo contrario y sigue ofendiendo a los chiapanecos y atizando odios.
En la entrega del quinto informe de gobierno Manuel Velasco debiera de hacer un balance serio de su gobierno, no para subsanar los errores, porque eso es muy complejo, pero sí para no continuar errando en los últimos días que le quedan porque esos van a ser los peores. Nunca ha hecho una evaluación de su gestión , aún y cuando desde el primer año anunció que evaluaría a el desempeño de sus colaboradores.
En este momento Manuel Velasco ni el secretario de gobierno Juan Carlos Gómez Aranda tienen la calidad moral para convocar a los partidos políticos a promover la civilidad política y el respeto mutuo, en virtud de que el clima de violencia y de confrontaciones lo creó el propio gobernador, por la ineficacia del gobierno y por su intervención en el proceso electoral, en el que quiere convertir la contienda electoral en una competencia de tontos, ignorando irresponsablemente lo que está en riesgo para el futuro de la población.
El daño social que se le ha hecho a Chiapas en los últimos 24 años es significativo. Sobre todo porque en esos años el ejercicio presupuestal de la entidad creció con motivo de la rebelión indígena zapatista. Durante este tiempo se ejerció un presupuesto superior al millón de millones de pesos, sin que este recurso haya modificado la estructura del ingreso y menos generado una disminución de la pobreza.
La ineficacia gubernamental ha sido superlativa, pero también hay que señalarlo, no han existido proyectos de gobierno. Por ello lo recomendable es que en la contienda lo que aparezca es la discusión de ideas y proyectos y no las miserias que hasta el día de hoy hemos visto.
(Con información de José Adriano Anaya, vía Diario Contra Poder en Chiapas)