El centralismo político ha sido dañino para Chiapas

Tuxtla Gutiérrez. En Chiapas, los intereses políticos locales han estado subordinados a los intereses nacionales. Eso ha facilitado que desde el centro del país los gobernadores de la entidad hayan sido nombrados desde la Ciudad de México.

Así fue desde el primer nombramiento del régimen político surgido de la Revolución Mexicana, en el que el General mapache, Tiburcio Fernández Ruíz, fuera gobernador del Estado,  con el aval del General Álvaro Obregón, en el que confluyeron los intereses en el enfrentamiento que ambos tuvieron con Venustiano Carranza.

De igual manera el movimiento mapache no logró retener la gubernatura del Estado con el ascenso de Plutarco Elías calles a la presidencia, quien como secretario de gobernación se confrontó con el gobernador chiapaneco e inclusive presionó con el presidente Obregón para que Tiburcio Fernández solicitara licencia.

De allí que la gubernatura recayera en el general constitucionalista Carlos A. Vidal, quien vivió el trágico final de ser asesinado junto con el general Francisco Serrano, por oponerse al proyecto reeleccionista de Obregón.

Ese mismo día, los colaboradores y seguidores del gobernador  Carlos A. Vidal fueron asesinados en Chiapas. Y se vislumbraba que la coyuntura política favorecía nuevamente a Tiburcio Fernández.

Sin embargo, en julio de1928, el presidente electo Álvaro Obregón fue asesinado, y el poder del Estado mexicano recae en Elías Calles, quien impulsa a la gubernatura de Chiapas al ingeniero Raymundo Enríquez, alejado de las posturas mapaches, pues él era agrarista, pero que al mismo tiempo, como diputado federal, había votado a favor de la reelección de Obregón, lo que lo colocaba en un punto intermedio del grupo obregonista de la ciudad de México, en el que difícilmente podía ser acusado  de vidalista y enemigo de Obregón.

Con la conformación del PNR-PRM-PRI, todos los gobernadores de la entidad fueron designados en la ciudad de México, inclusive la candidatura de Pablo Salazar, quien representa el primer gobierno de la alternancia en Chiapas.

Aquí vale la pena recordar que en el año 2000, el candidato mejor posicionado era José Antonio Aguilar Bodegas, pero desde la secretaría de gobernación, por instrucciones de Los Pinos, le cerraron la posibilidad de registro y de manera enfática Diódoro Carrasco le comunicó que si se registraba, el gobernador Roberto Albores Guillén sería destituido de inmediato; Aguilar Bodegas confirmó esa información con el gobernador Albores y desistió de su registro.

Finalmente Bodegas se registró al senado y Sami David fue el candidato del PRI, en una contienda que desde Los Pinos se había decidido entregar la gubernatura a la “oposición”.

La candidatura y el triunfo de Juan Sabines Guerrero también se acordó en la ciudad de México. El respaldo a la candidatura lo proporcionó Andrés Manuel López Obrador y Pablo Salazar puso a disposición del candidato todos los recursos del Estado para asegurar el triunfo de Sabines.

En la resolución final del TRIFE, un factor determinante es el acercamiento que Sabines realizó con Juan Camilo Mouriño, que inclinó la balanza a su favor a pesar de las irregularidades y de los excesos cometido por Pablo Salazar para asegurar el triunfo.

Toda esta información es importante, porque el futuro de Chiapas ya no puede determinarse desde el centro del país.

La designación de gobernadores desde los intereses de grupos nacionales ha sido dañina para los chiapanecos.

Por ello era previsible el choque de grupos locales en estas elecciones, que buscaban oponerse a una resolución nacional de las candidaturas.

Y en su momento se escribió que los intereses locales estaban en torno de dos candidaturas: José Antonio Aguilar Bodegas y Eduardo Ramírez Aguilar; frente a candidatos que responden a intereses del centro del país como Roberto Albores Gleason y Luis Armando Melgar Bravo.

La denuncia –que no ruptura- en contra del centralismo realizada por Eduardo Ramírez, resulta significativa y tiene una clara dirección, descalificar a Aurelio Nuño, quien ha ofendido en más de una ocasión la inteligencia de los chiapanecos, como pieza importante del círculo del candidato José Antonio Meade.

Pero eso no elimina las posibilidades de Eduardo Ramírez como candidato, pues en política nadie está muerto, pero deja claro la inconformidad del gobierno chiapaneco hacia la candidatura de Roberto Albores en el PRI, quien tendrá que remar contra la corriente.

No hay ruptura contra el centralismo porque todo está a valores entendidos. Eduardo Ramírez no actuó al margen del gobernador, ni Manuel Velasco Coello actuó al margen del presidente y del candidato a la presidencia.

Simplemente anunciaron que los votos al PRI para la presidencia de la república, no van a tener el  mismo destino para la gubernatura. Pero eso no elimina las presiones políticas y presupuestales centralistas que van a haber sobre Chiapas, ni elimina la posibilidad de que no vaya a existir una intervención drástica de la Auditoría Superior de la Federación.

(Con información de José Adriano Anaya, vía Diario Contra Poder en Chiapas)

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