Vivir los Juegos Olímpicos de Río 2016

Todos los aspectos de la travesía de Yusra Mardini a los juegos de Río han sido difíciles de creer. Competirá en el primer equipo de refugiados en unas olimpiadas, una hazaña que era impensable hace menos de un año cuando tenía el agua hasta el cuello en el mar Mediterráneo mientras nadaba para salvar su vida.

En agosto pasado, Mardini y su hermana Sarah escaparon de Siria, envuelta en una guerra civil al parecer interminable, y se embarcaron en un viaje largo a través de Líbano, Turquía y Grecia; subieron por los Balcanes y Europa central, hasta llegar a Alemania después de esquivar su posible captura o muerte.

Cuando el bote donde viajaban se rompió entre Turquía y Grecia, ella y su hermana, quien también es nadadora, saltaron al agua y ayudaron a guiar el bote hasta tierra firme.

La historia de Mardini captó la atención del público en marzo, cuando el Comité Olímpico Internacional la identificó como candidata para competir en un nuevo equipo de refugiados, conformado por atletas que están fuera de su país o que de otra manera quedarían excluidos de los juegos. De repente los medios destacaban su participación como el ejemplo perfecto de cómo Alemania le daba la bienvenida a una joven promesa… una historia positiva en medio de la crisis mundial de refugiados.

Mardini se integró al equipo de refugiados de manera oficial en junio, junto con nueve atletas de Siria, Sudán del Sur, la República Democrática del Congo y Etiopía. El equipo, que oficialmente lleva el nombre de Atletas Olímpicos Refugiados, competirá con la bandera y el himno de los Juegos Olímpicos, y será el penúltimo en entrar al Estadio Maracanã en la ceremonia de inauguración, justo antes de los anfitriones. Mardini competirá en las modalidades de 100 metros estilo libre y 100 metros estilo mariposa.

“Será realmente genial”, dijo, mientras arrojaba una mochila color rosa neón sobre una mesa en la cafetería del centro de entrenamiento.

Unas semanas antes acababa de enterarse de que había logrado ser parte del equipo olímpico; se lo había dicho un grupo de periodistas que había llegado al apartamento donde ahora vive con su hermana.

En 2012, el hogar de la familia de Mardini fue destruido durante la masacre de Daraya, una de las peores matanzas en la primera parte de la guerra, cuando cientos de civiles murieron. El panorama siguió deteriorándose. Dos de sus compañeros nadadores fueron asesinados, dijo, y un día una bomba destruyó el techo del centro donde entrenaba.

Mardini publica selfis y citas inspiradoras en árabe y en inglés en su página en Facebook y en Instagram. Dijo que esperaba conocer a algunos de sus atletas favoritos en Río, en especial, a su ídolo de la infancia, Michael Phelps.

Mardini dijo que le gustaría aprovechar la atención que ha recibido para ayudar a otros refugiados. Espera regresar a Siria algún día para compartir su historia.

“Lo recuerdo todo, desde luego”, dijo. “Jamás olvido. Pero es lo que me motiva para hacer cada vez más”.

Agregó: “Yo no soy de las que se ponen a llorar en una esquina”.

Una historia de The New York Times donde podrá leer el texto completo.

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