Sequía, amenaza mundial para la alimentación humana

La Habana. Reducciones de las cosechas en más de un 30 por ciento y severas afectaciones al Producto Interno Bruto (PIB), son las principales consecuencias que determinan hoy un nuevo enfoque en el enfrentamiento a la sequía.

La mayoría de los expertos coinciden cada vez más en que la repuesta a este tipo de fenómeno natural debe ser integral, con énfasis en los aspectos económico, humanitario, social y ambiental.

Los efectos de la sequía en el sector agroalimentario- mayor consumidor de agua en el mundo, con un 60 por ciento-, son en no pocos casos desastrosos para la seguridad alimentaria y nutricional.

La sequía tiene actualmente en el mundo un creciente impacto negativo en la economía, particularmente sobre la disponibilidad, el consumo y el acceso a una alimentación segura, diversa y nutritiva.

Según Naciones Unidas, ese fenómeno natural junto a las inundaciones hará que aumente la pobreza y se propague la hambruna.

Se espera que para 2050 el cambio climático y la sequía afecten hasta un 50 por ciento de los rendimientos agrícolas en América Latina y el Caribe, donde los desplazamientos de la población sumarían millones de personas.

A medida que regiones enteras se vayan convirtiendo en inhabitables, más y más personas se verán forzadas a desplazarse desde las tierras degradadas a las ciudades y otros países, advirtió recientemente en Estados Unidos el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.

La Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación ve ese fenómeno como un peligro natural complejo con repercusiones socioeconómicas y ambientales considerables y generalizadas, el cual causa más muertes y desplaza a más personas que cualquier otro desastre natural.

Impacto en África

Gran parte de la ayuda alimentaria de emergencia que recibe África es para apoyar a los países de ese continente a recuperarse de las sequías, que golpean la agricultura y consecuentemente la ganadería.

Ellas amenazan el PIB en África subsahariana, advirtió un representante del mecanismo conocido como Capacidad de Riesgo Africana (ARC, en inglés), concebido para ayudar a los países de esa región a resistir y recuperarse de las sequías.

Este último alertó entre las consecuencias, la disminución de la productividad y del crecimiento económico, lo cual provoca una importante dislocación presupuestaria, erosiona los avances del desarrollo y demanda de ayuda de emergencia adicional de la comunidad internacional.

Cabe señalar, como llamara la atención Guterres, que las zonas que solían sufrir las sequías una vez cada década, ahora se ven afectadas cada cinco o incluso dos años, mientras que además el período bajo ese fenómeno, dura más, tanto en California como el Sahel.

Los expertos de ONU y otros organismos internacionales enfatizan en que los efectos de los fenómenos naturales deben enfocarse no solo desde el punto de vista humanitario y social general, sino también y primordialmente desde el económico.

Concuerdan además en que las naciones pobres son las más perjudicadas, ya que aún no han alcanzado los niveles de desarrollo económico que pueden calificarse de sostenible. Al desviar recursos hacia actividades de socorro se dificulta el avance hacia ese objetivo.

Las pérdidas provocadas por la sequía y otros desastres en algunos países en desarrollo, subrayan, son causa de la reducción del PIB, lo cual anula todo proceso económico real.

Ellas pueden verse agravadas por la acción humana sobre el medio: desecación de humedales, incendios forestales, deforestación de los bosques, intensas sequías e inundaciones.

(Con información de Prensa Latina)

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