Protesta internacional por feminicidios contra indígenas

Un grupo de indígenas mayas de Guatemala, danzantes aztecas de México e indígenas de Canadá realizaron en un parque de Toronto una ceremonia maya en contra de los miles de feminicidios en Canadá, México, Guatemala, Honduras y otros países de Latinoamérica.

En el día de la mujer y las comadronas, según el calendario Maya, los grupos mayas Waxaq’ib Q’ojoom y Jun Q’anil organizaron una ceremonia con el fuego sagrado, en donde participaron mujeres mexicanas e indígenas canadienses, quienes oraron por las desaparecidas y asesinadas.

La nana María Chiqui Ramírez explicó que en la mayoría de los casos se encuentran cadáveres de mujeres adolescentes y niñas desnudas, descuartizadas.

“Las características son comunes: provienen de un ambiente pobre, casi todas eran obreras, menudas, morenas y tenían cabello oscuro y largo y, en un ritual inmutable, sufrieron secuestro, tortura, crueldades sexuales, mutilaciones, estrangulamiento”, denunció.

En Canadá, el granjero Robert Pickton, de Colombia Británica, es uno de los asesinos en serie más conocidos, con más de 30 asesinatos. “Hasta ahora sabemos lo que hizo pero no por qué”, se preguntaron las defensoras de las mujeres.

Alrededor de este fuego sagrado caminaron las mujeres portando los nombres y rostros de algunas de las víctimas, como Berta Cáceres Flores, líder indígena y activista ambiental de Honduras, o la canadiense Sonya Cywink, quien tenía 31 años cuando fue asesinada en Elgin County, Ontario y cuyo caso no ha sido resuelto por la policía canadiense.

La policía canadiense reconoce mil 330 casos de mujeres indígenas desaparecidas y asesinadas, pero recientes investigaciones de grupos de mujeres afirman que los casos superarían los tres mil.

“En el llamado “Triángulo de la Violencia” (Guatemala, El Salvador y Honduras), catalogado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, como la región más violenta del mundo, el Sistema de Integración Centroamericano (SICA) y el Consejo de Ministras de la Mujer de Centroamérica (COMMCA) encontró mil 798 asesinatos de mujeres en 2009 en el área”, señaló la nana María.

Las organizadoras aseguraron que en los feminicidios de Ciudad Juárez o Ecatepec (México) o en Ontario, Manitoba y Columbia Británica (Canadá), así como en Centroamérica, está presente un esquema de misoginia y machismo.

“El feminicidio es una realidad que aterroriza, preocupándonos al contemplar a nuestras hijas y nietas, pequeñas flores expuestas a la misoginia de estas sociedades machistas”, añadió la nana maya, quien en la ceremonia pidió para que “nuestros gobernantes tengan la sabiduría para gobernar con justicia y equidad, que sean trabajadores del pueblo”.

En esta ceremonia maya participaron los niños latino-canadienses quienes pusieron bolas de incienso en el fuego como símbolo de protección a la niñez.

El guatemalteco Juan Bartolo explicó que en la ofrenda se pusieron velas, inciensos de resinas, materiales dulces “para agradar al creador”, miel, azúcar, canela.

“Se dio agradecimiento a los cuatro puntos cardinales por lo que nos da la creación: agua, luz, sol, oscuridad, tierra. Las candelas blancas representan los huesos de la gente que perdió su carne”, dijo.

“La muerte es un proceso natural, pero cuando ocurren situaciones trágicas no hay oportunidad de saber donde están los seres queridos”, añadió.

Las descendientes de indígenas canadienses, con el lema “Honoring our sisters”, se unieron con sus tambores, cascabeles y cantos a este ritual para pedir por la resolución de los miles de casos de mujeres asesinadas.

Carrie Lester, una canadiense promotora de los derechos de las indígenas de las Primeras Naciones, dijo a Notimex que esta era la primera vez que se unía a una ceremonia maya.

“Es muy importante juntar nuestras culturas desde el norte hasta el sur para recordar a nuestras hermanas asesinadas”.

Los carteles de “Ni una muerta más” con fondo rosa y cruces blancas se exhibieron en el parque Dufferin Grove Park, ubicado en una zona con importante presencia hispana.

Las oraciones maya, el tambor y la danza azteca, junto con los tambores de las indígenas canadienses, se impusieron a una tormenta que llegó retrasada, permitiendo a hombres y mujeres orar por las desaparecidas y asesinadas.

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