Iglesia beligerante

Del mismo modo que quienes votaron por él, la iglesia católica mexicana se siente traicionada por el presidente Enrique Peña Nieto, quien utilizó a la alta jerarquía eclesial para que el papa Benedicto XVI diera su venia para la boda con Angélica Rivera.

Este tráfico de influencias no era a título de bondad religiosa, se dio a cambio del apoyo que prometió el presidente de México a la agenda del Sumo Pontífice de Roma, sucedido luego por Francisco.

El acuerdo había marchado más o menos sin contratiempos hasta que al buen presidente se le ocurrió enviar una iniciativa al Congreso de la Unión para legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo, según manifiesta la propia iglesia a través del semanario Desde la Fe.

El “judas” de Los Pinos es calificado como alguien peor que Plutarco Elías Calles (por las leyes anticlericales) y que Lázaro Cárdenas (por la educación socialista).

En ese sentido, acusan al presidente de intentar quitar la patria potestad a los padres de familia y promover desde la educación primaria el cambio de sexo de los infantes sin la intervención de los papás de los menores.

Aunque aseguran que no son ni actúan como un  partido político, casualmente su ideología concuerda con la del Partido Acción Nacional (PAN).

Con esta acción, la caterva de obispos se suma a la estrategia de crear una tercera opción política para el 2018.

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