Fracking, agresión al ambiente y a la humanidad

La extracción de petróleo por medio de la tecnología de fracturación hidráulica, más conocida por fracking, encierra enormes riesgos para el entorno en Colombia, alertaron hoy organizaciones ambientalistas.

Con ese objetivo la Agencia Nacional de Hidrocarburos anunció la futura explotación de varios bloques petroleros alrededor del páramo de Sumapaz y en el Parque Natural Chingaza, el ecosistema que suministra la mayor parte del agua que consume Bogotá.

Esa institución oficial asegura que a pesar de los riesgos que conlleva, el fracking parece ser el futuro de la industria petrolera en Colombia.

Desafortunadamente en México hay varios estados del norte del país donde ya se está realizando este tipo de extracción de hidrocarburos que en riesgo el desarrollo de la zona.

¿Qué es la fractura hidráulica o fracking?

Debido a la baja permeabilidad de las lutitas, la extracción de los hidrocarburos requiere la utilización de la fracturación hidráulica o fracking.

Esta técnica parte de la perforación de un pozo vertical hasta alcanzar la formación que contiene gas o petróleo. Seguidamente, se realizan una serie de perforaciones horizontales en la lutita, que pueden extenderse por varios kilómetros en diversas direcciones.

A través de estos pozos horizontales se fractura la roca con la inyección de una mezcla de agua, arena y sustancias químicas a elevada presión que fuerza el flujo y salida de los hidrocarburos de los poros.

Pero este flujo disminuye muy pronto, por lo cual es necesario perforar nuevos pozos para mantener la producción de los yacimientos. Por este motivo, la fracturación hidráulica conlleva la ocupación de vastas extensiones de territorio.

Impactos socioambientales

• Disminución de disponibilidad del agua: La fracturación de un solo pozo requiere entre 9 y 29 millones de litros de agua.

El ritmo de explotación anual de 9,000 nuevos pozos en Estados Unidos que se pretende exportar a México supondría un volumen de agua equivalente al necesario para cubrir el consumo doméstico (100lts/pers/día) de entre 1.8 y 7.2 millones de personas en un año.

Ello acarreará la disminución de la cantidad de agua disponible, lo que pondría en peligro los ecosistemas y la realización del derecho humano al agua y a la alimentación.

En estados como Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, regiones donde esta actividad ya se está realizando, la disponibilidad de agua es limitada al tratarse de regiones con alto estrés hídrico (donde la demanda es mayor a la disponibilidad).

• Contaminación de las fuentes de agua: En Estados Unidos existen más de 1,000 casos documentados de contaminación de fuentes de agua relacionados con el uso de la fracturación hidráulica.

Se han identificado 750 tipos diferentes de productos químicos en los fluidos de fracturación analizados, entre ellos sustancias de gran toxicidad como el metanol, benceno, tolueno, etilbenceno y xileno.

Además, el agua de desecho conocida como agua de retorno no sólo contiene los químicos y la arena que originalmente se introdujeron, sino también metales pesados, hidrocarburos e incluso materiales radioactivos, como el radón, que se encuentran en el subsuelo.

A la fecha, no existe tratamiento efectivo para la misma, dejando el agua inutilizable para otros usos y fuera del ciclo hidrológico.

Para su manejo se busca aislarla e injectarla en pozos letrina, pero no es una solución ya que se ha comprobado que estos pozos filtran y se han contaminado acuíferos enteros (ej.California, EEUU).

• Impactos sobre la salud: Los expertos señalan que al menos 25% de las sustancias utilizadas en las distintas mezclas de perforación pueden causar cáncer y mutaciones, 37% afectar al sistema endocrino, 40% provocar alergias y 50% dañar el sistema nervioso.

Los pozos de agua potable que abastecen a la población situados en cercanías de las zonas donde se aplica la fracturación hidráulica tienen altos niveles de metano y sustancias cancerígenas y neurotóxicas.

Por otro lado, la población que habita cerca de los pozos tiene 66% de probabilidad de padecer cáncer asociado a la contaminación atmosférica. Igualmente, la toxicidad y los riesgos de accidentes asociados a esta actividad repercute en la salud y la vida de las y los trabajadores de la industria.

• Emisión de gases y su contribución al calentamiento global: 90% de las emisiones en el proceso de obtención del gas es metano (CH4), aunque también se emite dióxido de azufre (SO2), óxido de nitrógeno (NO) y compuestos orgánicos volátiles.

Aunque la quema del gas natural emite menos dióxido de carbono (CO2) que otros hidrocarburos, el proceso completo de su explotación contribuye en mayor medida a la aceleración del cambio climático debido a las fugas de metano producidas durante su extracción.

Estas emisiones pueden alcanzar 8% de la producción total de un pozo, es decir, 30% más que en los proyectos de gas convencionales.

El metano es un gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento 86 veces superior al CO2 en el corto plazo, por lo que en 20 años el impacto de la extracción de gas de lutitas sobre el cambio climático puede superar en 20% el del carbón.

• Sismos antropogénicos: Debido a que la industria no puede tratar los grandes volúmenes de aguas residuales generadas por el fracking, es común que utilice pozos de inyección (también conocidos como pozos letrina) para deshacerse del agua contaminada. Estas aguas pueden desestabilizar fallas geológicas y provocar sismos.

En Arkansas, Ohio, Oklahoma, Colorado y Texas, regiones sin actividad sísmica histórica, se han multiplicado en años recientes el número de sismos superiores a los 3 grados. Los epicentros de estos sismos coinciden con la localización de los pozos de inyección.

En Youngstown, Ohio, estos sismos antropogénicos (provocados por el ser humano) lograron alcanzar hasta 5.7 grados.

• Otras afectaciones: Debido al deterioro ambiental que provoca, la explotación del gas de lutitas es incompatible con otras actividades económicas como la ganadería, la agricultura y el turismo.

A ello se suma el deterioro de la infraestructura carretera por el impacto de los 250 viajes diarios por pozo de camiones de gran tonelaje. Todo ello afecta calidad de vida, salud y tranquilidad de las poblaciones.

Energía costosa e inviable

La industria gasífera de Estados Unidos ha reconocido que 80% de los pozos fracturados no son económicamente viables. Ello debido a:

i) tasas de declinación de situadas entre 29% y 52% anual, que hacen necesario seguir invirtiendo grandes sumas de dinero cada año para mantener la producción;

ii) baja recuperación de los hidrocarburos presentes en los yacimientos, situada en el caso del gas entre 4.7%- 10% frente al 75%-80% de los proyectos convencionales; y,

iii) un deficiente rendimiento energético. Mientras los proyectos tradicionales obtienen 20 unidades de energía por cada unidad invertida, los de fracturación hidráulica sólo generan 5. Además, la complejidad de esta técnica sitúa los costos de cada pozo en 20-25 millones de dólares en México.

De esta manera, sólo produce ganancias a través de la especulación financiera, las cuales se quedan en pocas manos a costa del futuro de la población y el planeta.

Por todas estas razones, la explotación de hidrocarburos mediante esta técnica no es una opción para producir energía de manera sostenible, mientras que su uso desvía recursos que deberían dirigirse a las energías renovables y sostenibles, obstaculizando su desarrollo.

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