Ante delincuencia, la Iglesia Católica prepara autodefensa

Ciudad de México. Ante los robos y demás actos delictivos que están ocurriendo al interior de los templos, la arquidiócesis primada de México implementará un estricto “protocolo de seguridad” que incluirá desde aumentar la altura de las bardas perimetrales de los atrios hasta la instalación de sofisticados equipos de vigilancia.

José Luis Aguilar, encargado de la Comisión de Justicia y Paz de la arquidiócesis, indicó que el robo de alcancías, los asaltos a mano armada y las agresiones a sacerdotes, como la ocurrida el año pasado en la Catedral Metropolitana que le costó la vida al padre José Miguel Machorro, ya encendieron los “focos rojos” y han orillado a implementar estas medidas de seguridad.

En una entrevista que circula en la página de internet del arzobispado, SIAME, Aguilar indica que “no pueden dejarse de lado” las denuncias hechas por sacerdotes y feligreses ante las autoridades competentes, las cuales generalmente no abren carpetas de investigación y solo llegan a aplicar sanciones en “pocos” casos.

Agregó que el protocolo de seguridad ya fue elaborado por la comisión arquidiocesana que preside. Ahí se contemplan las medidas para proteger la seguridad de los inmuebles, de la feligresía y del personal que labora en los templos.

Refirió que el robo más común es el de las alcancías, aunque también la delincuencia está llevándose valiosísimas piezas de arte sacro, realizando extorsiones a partir de secuestros virtuales a sacerdotes, o robando las carteras y bolsos de los fieles.

Puso como ejemplo el robo que acaba de sufrir una mujer en un templo de la colonia Roma; aprovechando que ésta se encontraba sentada en una de las últimas bancas, un ladrón la amenazó y le robó su bolso.

Y entre las “medidas básicas” de seguridad, indicó que el protocolo incluye que las bardas perimetrales, rejas y puertas de los templos tengan una altura suficiente que dificulte el acceso a los ladrones. Además de que las bardas deben estar protegidas por un alambrado de púas colocado en su parte superior.

Por su lado, los encargados de los templos deben “hacer un inventario fotográfico de todos los objetos que existen en los mismos, sobre todo de los que tienen un alto valor por ser arte religioso; se debe de hacer una ficha técnica de cada pieza”.

Y agregó:

“Las puertas de acceso al templo deben ser de materiales sólidos, metálicas de preferencia, ya que muchas veces las iglesias antiguas siguen utilizando puertas de madera”.

También es fundamental –dijo—“contar con equipos de seguridad y una alarma que esté conectada a una empresa de seguridad o a la misma delegación (política)”.

Asimismo, se debe contar con contactos magnéticos en las puertas, detectores de movimiento, sensores de humo, botones de pánico, sirenas y “un sistema de circuito cerrado que permita monitorear las acciones de las personas a través de cámaras bien distribuidas”.

Y sobre las alcancías en las que se depositan las limosnas, indicó que el protocolo recomienda cerraduras de alta seguridad, y que éstas tengan un “horario de vaciado” llevado a cabo por pocas personas responsables. Después, “el dinero debe ser guardado en gabinetes, con acceso muy restringido”.

Asimismo, el protocolo indica que –para disuadir a la delincuencia– en cada parroquia debe colocarse un letrero que diga: “El templo cuenta con circuito cerrado de televisión, las imágenes son captadas y están conectadas a un sistema de seguridad preventiva”.

Por último, José Luis Aguilar señaló que estas medidas deben acompañarse con “cursos” a la feligresía, mediante los cuales se fomenten los “valores morales y éticos”, para así reforzar la seguridad y el cuidado de los espacios de culto.

(Con información de proceso.com.mx)

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