Advierten vulnerabilidad de usuarios ante alza de tarifas

Mérida, Yucatán. En los últimos días, un sinnúmero de voces, procedentes de diversos sectores sociales, han levantado la voz para emitir sus puntos de vista relativos al posible aumento en la tarifa del transporte público. Activistas, empresarios y transportistas han manifestado sus posturas ante la insensible petición de los concesionarios.

Entre los usuarios hay quienes, debido a su condición, evidentemente se verían más afectados de aprobarse el incremento. Estudiantes, personas con alguna discapacidad y pertenecientes a la tercera edad son un grupo vulnerable, que al día de hoy goza de tarifas preferenciales para el uso de los autobuses.

Como hemos informado, el alza al precio del camión no contempla únicamente el boleto general, sino la tarifa social que actualmente es de 3 pesos; y de subir, los beneficiarios pagarán el doble, lo que representaría una agresión injustificada a su economía, según comentaron.

En un recorrido por el Centro Histórico de Mérida, se constató que aunado a las precarias condiciones en las que se encuentra la mayoría de las unidades, éstas no cuentan con las adaptaciones necesarias para que quienes presenten alguna discapacidad y adultos mayores las aborden cómodamente.

A Don Mariano los años le han pasado factura y su vista ya no es lo que solía ser hace algunos años. El septuagenario diariamente debe abordar un autobús para laborar en un supermercado y en reiteradas ocasiones “se le ha ido el camión”.

Pese a contar con su tarjeta del Inapam, relata que ya van varias veces que no le dan parada a sabiendas que hará uso de ésta. Si la ruta cuenta con aire acondicionado, don Mariano deberá pagar los ocho pesos, como cualquier otro usuario.

Otro caso es el de la señora Lizbeth, a quien su dificultad para caminar no le ha impedido continuar con su labor como vendedora de jugos.

Como se sabe, los dos primeros asientos de los autobuses están destinados a mujeres embarazadas o personas con alguna discapacidad, sin embargo, esta norma no siempre es respetada, pues muchas veces la mujer debe caminar hasta el fondo del autobús para poder ocupar un lugar.

“Claro que hay quien sí te cede el asiento”, reconoció, y dijo que incluso hay ocasiones en donde amablemente el camionero la exenta de pagar el costo del pasaje al percatarse de su condición física, “hay algunos que hasta me ayudan a subir”, añadió.

Los que peor la pasan a la hora de abordar son los usuarios que requieren de una silla de ruedas para transportarse, ya que como se ha mencionado, las unidades no están equipadas para facilitar el acceso.

(Con información de La Jornada Maya)

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