El atentado contra periodistas del Capital Gazette y el presidente

Nueva York, Estados Unidos. Después del peor atentado contra un medio de noticias en décadas, brotaron, junto con el dolor, acusaciones de sucedió en un contexto en el que el presidente Donald Trump ha fomentado el odio y la violencia contra periodistas.

Cinco periodistas fueron asesinados en la redacción del Capital Gazette, periódico local en Annapolis, Maryland y uno de los rotativos más antiguos del país, el jueves por un hombre armado con una escopeta quien tenía una riña desde hace años con ese medio.

El periódico había publicado en 2011 una columna sobre un caso de hostigamiento criminal contra el responsable del tiroteo del jueves, Jarrod Ramos de 38 años de edad. El hombre demandó al periódico por difamación, perdió el caso, pero continuó amenazando al periódico.

Aunque nadie culpa al presidente por el ataque ni hubo, hasta donde se sabe, motivaciones políticas, diversos periodistas acusaron que este atentado ocurre en un contexto donde Trump ha denigrado a los periodistas y los medios desde el arranque de su campaña presidencial hasta esta semana.

Trump se ha atrevido a proclamar en múltiples ocasiones -incluyendo la más reciente esta misma semana- que “la prensa es el enemigo del pueblo”.

David Simon, el famoso creador y guionista de las series de televisión -The Wire y Treme, y ex reportero del Baltimore Sun, cuya empresa matriz es dueña también del Capital Gazette-, escribió por Twitter poco después de la noticia: “sangre hoy en una redacción estadunidense. ¿No estás orgulloso, hijo de perra vil y fascista”. Después argumentó que aunque Trump no fue el responsable del ataque, es responsable del contexto en el que ocurrió al llamar “enemigos” a los periodistas y detonar llamados entre sus fanáticos para aniquilarlos. “El contexto es el rey”, explicó en otro tuit, antes de revelar que entre los muertos, estaban dos de sus amigos.

Hoy, el corresponsal de la Casa Blanca de CNN Jim Acosta gritó una pregunta a Trump al concluir un acto: “Señor presidente, ¿dejará de llamar a la prensa el enemigo del pueblo?”. No recibió respuesta. Pero muchos de sus colegas creen que esa es la pregunta del momento. Jon Lee Anderson, periodista del The New Yorker, tuiteó que si Acosta “no hace nada más que gritar tales preguntas a Trump y su pandilla de patanes por el resto de su periodo en la Casa Blanca, tendrá mi respeto para siempre”.

Margaret Sullivan, columnista de medios del Washington Post, rechazó el argumento de que los ataques contra la prensa de Trump tuvieron algo directo que ver con lo ocurrido en Annapolis, pero subrayó que es importante entender que ocurrió dentro de un contexto en donde “la prensa de la nación ya estaba bajo sitio” desde hace tiempo y que aunque Trump “no puede, y no debería de ser, culpado por la masacre en Annapolis… eso no hace que su desprecio por la prensa sea menos peligroso”.

Ayer, Trump emitió un breve tuit declarando que las víctimas estaban “en mis oraciones y pensamientos”. Hoy, la Casa Blanca emitió otro comunicado del presidente más elaborado declarando que “periodistas, así como todos los estadunidenses, deberían de estar libres del temor de ser atacados violentamente al hacer sus tareas”. Agregó que “este ataque conmocionó la consciencia de nuestra nación y llenó con dolor a nuestros corazones”. Pero después de años de desprecio, las palabras carecían de credibilidad.

El Comité de Protección de Periodistas deploró hoy los asesinatos, indicando que los “los periodistas cubriendo a sus propias comunidades son vulnerables a ataques violentos… alrededor del mundo y tristemente Estados Unidos no es una excepción”. Según el Comité, este fue el incidente más mortífero contra los medios en la historia reciente del país.

El Capital Gazette publicó su periódico hoy donde sus notas principales cubrieron su propia tragedia. Su editorial, colocado donde siempre en la página nueve era tal vez lo más impactante visualmente: una plana casi totalmente en blanco con un minúsculo párrafo de 56 palabras al centro: “Hoy estamos sin palabras. Esta página fue intencionalmente dejada en blanco para conmemorar a las víctimas del tiroteo el jueves en nuestras oficinas”. Concluyó que “mañana esta página retornará a su propósito constante de ofrecer a nuestros lectores opinión informada sobre el mundo a su alrededor, para que puedan ser mejores ciudadanos”.

Con los cinco asesinados el jueves, resulta que ahora Estados Unidos ocupa el segundo como el país más mortífero para periodistas en el mundo después de Afganistán en lo que va de 2018, con seis, según Reporteros sin Fronteras.

El más reciente Índice Mundial de Libertad de Prensa elaborado por Reporteros sin Fronteras, Estados Unidos, origen del derecho constitucional a la libertad de prensa, bajó dos lugares y ahora ocupa el rango 45 en el mundo [https://rsf.org/en/rsf-index-2018-hatred-journalism-threatens-democracies].

(Con información de La Jornada)

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