La violencia electoral, la delincuencia y el Estado mexicano

Ciudad de México. La violencia en los procesos electorales en América Latina se ha ido transformando de tener un origen basado en diferencias político-ideológicas a uno por el control de determinados territorios que pueden servir para actividades que están vinculadas, en algunos casos, con el crimen organizado, advirtió el jefe de la misión de observadores de la Unión Interamericana de Organismos Electorales, Salvador Romero.

Al participar en un conversatorio en la sede del Instituto Nacional Electoral (INE) entre visitantes extranjeros que observarán los comicios en el país, Romero señaló que esa transición de la violencia emanada de diferencias ideológicas a la surgida por motivos criminales claramente puede identificarse en el caso mexicano.

Hay una transformación importante en este comportamiento, que tiene repercusiones en los comicios, pues sí afecta los niveles de participación. Allá donde está presente la violencia, la participación disminuye, y también, por supuesto, afecta la competitividad cuando los candidatos o algunos de los abanderados son asesinados, o algunos están obligados a retirarse o deciden retirarse ante los riesgos que implica continuar participando en la contienda, y muchos de estos procesos que estoy señalando que son el nuevo rostro de la violencia político-electoral en América Latina están presentes aquí en México, lamentablemente.

Sobre este fenómeno, el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello, destacó que en 1994 México ya fue a las urnas en un contexto de violencia, aunque su origen fuera de otro tipo. La elevada participación electoral registrada fue considerada como una expresión en la que “los ciudadanos mexicanos le dijimos no a la violencia y sí a la democracia.

Hoy estamos en un contexto difícil de la vida nacional, pero la mesa está puesta para que las y los ciudadanos, con su voto, no solamente decidan libremente el futuro del país, sino reivindiquemos una vez más nuestro compromiso con la apuesta democrática que desde hace tres décadas iniciamos.

Destacó que México vive una paradoja: la desafección y el desencanto democrático por un lado, y por el otro la apropiación de los ciudadanos de la elección y de la construcción de la democracia. Son buenas noticias, y es el sustento que nos permite decir que el proceso electoral avanza en tiempo y forma cumpliendo el plan trazado.

En el acto participaron también los ex embajadores de Estados Unidos en México James Jones y Jeffrey Davidow, quienes realizaron un recuento de sus experiencias con el gobierno mexicano durante sus gestiones, en las que destacaron el desempeño de los presidentes Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, a quienes concedieron mérito en el avance de la organización electoral en México.

Jones abordó el tema de la violencia, subrayando que el reto más grande para México es tener una ley en la que confíen los ciudadanos, los inversionistas y los medios de comunicación. Eso es algo que es justo, y eso no existe actualmente; hay mucha impunidad en México, y para manejar eso a corto plazo, creo que el Presidente tiene la gran responsabilidad de dar la seguridad adecuada en todos los lugares de votación, de tal manera que no se intimide a los votantes.

Davidow destacó que en su país existe poco conocimiento en cuanto a la introducción de más y más recursos en las campañas, dinero que las autoridades de verdad no entienden bien de dónde viene y con cuál propósito.

Sobre este punto, Jones indicó que México ha mostrado liderazgo, el cual Estados Unidos no ha demostrado, ya que ha colocado en sus sistemas de financiamiento público un régimen regulatorio y una capacidad de auditoría para tener la evidencia sobre si el dinero se utilizó mal y esa fue una violación de la confianza pública, concluyó.

(Con información de La Jornada)

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