Bajan reservas y aumentan importación de gas

Si fueras promotor de un producto, ¿qué harías, favorecerías los productos nacionales o los de importación? Cualquiera que piense en fortalecer su mercado interno impulsaría lo hecho en México ¿verdad?

Pues sucede que en nuestro caso no es así, se estimula el uso del gas natural, pero no se impulsa la producción de ese combustible en la misma proporción, pese a que el país tiene reservas en el subsuelo marino y terrestre.

México vive una situación apremiante en materia de gas natural, porque mientras el Estado y la iniciativa privada impulsan planes y programas para aumentar su utilización en la generación de electricidad, en procesos industriales, comerciales y en las propias viviendas, la oferta nacional es ínfima.

En las últimas décadas, el gas natural ha sido considerado el combustible de la transición, es decir, como uno de los energéticos menos contaminantes y más económicos que se puede usar mientras se consolidan las energías renovables como la opción más rentable y amigable con el ambiente.

Sin embargo, el impulso al uso del gas natural no empata con la producción nacional. De acuerdo con Javier Estrada Estrada, consultor de PwC, México importa el 81% de su consumo de gas natural. En 2017, se pagaron 6 mil 165 millones de dólares por la adquisición del combustible en el extranjero, especialmente Estados Unidos.

El gas natural puede ser húmedo, cuando se extrae del subsuelo durante los procesos para la explotación de petróleo, o seco en yacimientos donde no viene acompañado de crudo. Naturalmente explorar y extraer el gas seco es más costoso, por lo que ha declinado la producción nacional y se ha optado por importar el energético del mercado estadunidense, donde existe mayor oferta a un menor precio.

En junio de 2017, la producción de gas natural seco bajó a 3 mil 164 millones de pies cúbicos mientras que las importaciones ascendieron a 5 mil 027 millones de pies cúbicos y, desde 2016, el gas natural importado es mayor a la producción nacional.

De acuerdo con el consultor, en el primer semestre de 2017, la producción de las principales cuencas de gas natural no asociado al petróleo cayó 57% respecto al nivel alcanzado 10 años atrás y se ubica en su punto más bajo de los últimos 15 años y asegura que la caída en la producción del gas no asociado está relacionada con el desplome de su precio, el cual perdió el 55% de su valor en 10 años.

Lo relevante de esta situación es que en México no existen empresas que puedan operar con costos bajos de producción para explotar los campos gasíferos mexicanos, mientras que en Estados Unidos sí lo han logrado, por lo que se han privilegiado las importaciones por encima de la producción nacional. El problema de esta situación es que los empleos no se generan aquí, las utilidades no se quedan aquí y tampoco se desarrolla la industria de producción de gas natural aquí.

La pregunta que plantearía entonces es: ¿queremos seguir impulsando el uso del gas natural y aumentar nuestra dependencia del energético traído del exterior? El Estado tiene que generar las condiciones necesarias en materia de Estado de Derecho, reducción de burocracia para agilizar permisos, uso de suelo, derecho de vía, entre otros para impulsar proyectos de gas natural seco y asociado que deriven en autosuficiencia en ese recurso energético.

México presume tener reservas de gas natural, que dicho sea de paso van a la baja, pero a nadie le sirven si el combustible sigue enterrado en el subsuelo. Aumenta el uso de gas natural y aumentan las importaciones y mientras cuestionamos: ¿Y las reservas apá?

(Con información de Esther Arzate, vía Forbes México)

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