AMLO ganó el debate porque logró esquivar los ataques y no perdió su posición: New York Times

Ciudad de México. Analistas consultados por el diario The New York Times (NYT) coincidieron en que el abanderado de la coalición Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador, fue el ganador del primer debate entre presidenciables realizado en el Palacio de Minería.

El líder de Morena ganó en sus términos porque no perdió su posición, es decir, por lograr esquivar o “librar” los ataques, destacaron.

El tabasqueño “ganó porque los demás candidatos no consiguieron bajarlo al terreno del debate”, precisó el columnista Esteban Illades.

Carlos Bravo Regidor, profesor de Política y de Periodismo en el Centro de Investigación y Docencias Económicas (CIDE), coincidió: “AMLO llegó al debate a administrar su victoria y así lo hizo. Se quedó en su primer piso observando, cascareando, sin debatir, ganar ni perder, pero él iba a no perder”.

Para Vidal Romero, analista y profesor del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), este primer debate se implanta en una lógica electoral donde se definen a los candidatos en términos de “buenos y malos”, “mafias del poder y ciudadanos limpios”.

En este marco, la ventaja de López Obrador en las encuestas muestra que ha sabido capitalizar el descontento arraigado hacia el actual gobierno por la situación económica y de violencia y esquivar los ataques sin caer en el juego de las provocaciones.

El morenista, dijo, se mostró menos combativo y más a la defensiva, y reiteró el componente moral “regenerativo” de la política como eje central de su plataforma.

“Si en otros ciclos electorales López Obrador fue el candidato enojado –y eso provocaba miedo–, ahora hay tanto enojo que AMLO se nos presenta como el candidato sereno y conciliador”, observó Bravo Regidor.

En una elección en la que el electorado parece gravitar hacia el polo emocional y moral, una de las principales fortalezas de López Obrador parece ser su posicionamiento como aquel candidato que sigue estando “del otro lado del pantano de la corrupción”, expresó a su vez Vidal Romero.

Esta situación, anticipó, puede abrir la posibilidad a una dinámica de campaña renovada de voto útil, en la que tanto las arcas del PRI, el gobierno federal e incluso panistas que habían coqueteado con Anaya, o la antes panista y ahora candidata independiente Margarita Zavala, unan filas contra el exjefe de Gobierno.

De acuerdo con los analistas consultados, el debate consistió en gran medida en un esfuerzo de los abanderados por debilitar al puntero –con 48% de las preferencias electorales–, al criticar sus propuestas más polémicas, como la amnistía a criminales, en un momento en el que los índices de homicidios han alcanzado niveles históricos.

Sobre Ricardo Anaya, candidato de los partidos Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC), la nota difundida por NYT, firmada por Paulina Villegas, precisa que se mostró como el mejor preparado, firme y convincente en el contexto del debate.

“Este desempeño favorable podría significar un fortalecimiento del candidato en las encuestas y de su posición como el opositor más fuerte al candidato de Morena”, apunta.

Sin embargo, recalca, Anaya llegó al debate golpeado por acusaciones —no comprobadas aún— de un presunto lavado de dinero por la compraventa de una nave industrial, lo que algunos consideraron una “guerra sucia” lanzada en su contra a principios de este año.

Por su parte, el abanderado de la coalición Todos por México, José Antonio Meade, no logró corregir durante el debate lo que muchos consideran su “falla de origen”: haber sido postulado por el PRI tras un sexenio con los índices de aprobación más bajos en dos décadas para el partido oficialista.

Ante los ataques de Anaya en los que subrayaba escándalos de corrupción de la actual gestión priista encabezada por Enrique Peña Nieto, el candidato del oficialismo no pudo hacer o decir mucho para que sus propuestas y argumentos (“voy a gobernar para ti y nadie más”) amortiguaran los golpes, abunda el texto titulado “México: un debate presidencial que no cambia las tendencias”.

“Si su objetivo era detener su hemorragia, no lo logró”, consideró Bravo Regidor.

Según los entrevistados, el escenario real del primer debate fue el malestar y el enojo generalizado entre los mexicanos: una población al punto del hartazgo que reconoce entre sus principales males la corrupción sistémica, la violencia, los desaparecidos y la desigualdad.

Y destacaron que el resultado de esta puesta en escena es poco probable que cambie sustancialmente las preferencias mostradas en las encuestas, en las que hasta el momento aventaja cómodamente López Obrador.

(Con información de Proceso y NYTimes)

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