El periodista frente a los ‘enfoques’ de los dueños

Hay quienes inventan o fomentan que otros hagan descubrimientos, investigaciones e historias ficticias en todas partes, aquí y allá…

Hace muchos años, en mi terruño Cancún, cuando trabajaba en el periódico «que nació con el Estado», llegó un individuo que decía ser periodista en El Norte, de Monterrey.

En la dirección del periódico nos informaron que estaría varios días con cada uno de nosotros como una especie de examinador para calificar nuestro trabajo.

La tónica era que hiciéramos nuestro día conforme a las órdenes de trabajo y el periodista experimentado nos acompañaría desde que saliéramos de la redacción hasta que termináramos nuestras notas.

No recuerdo su nombre, pero era bajito, cuarentón y con muchas ganas de apantallar.

Cuando llegó mi turno me acompañó a mi recorrido por las policías municipal y judicial para cubrir mis encargos más una nota del día: la muerte de un hombre que cayó de un tercer piso.

Debo reconocer que he olvidado detalles del hecho, pero sí recuerdo el momento en el que, sentada frente a la computadora y dispuesta a redactar, el hombre jaló una silla y se sentó a mi lado diciendo que la fuente policiaca era para «echarle salsa».

Lo miré de reojo y pregunté ¿cómo salsa? Sí, me dijo, porque puedes añadir detalles. Pon que lo aventaron de la azotea…

Giré la cara con gesto de asombro y le dije que no inventaba, que no había datos de que fuera provocado, entonces se molestó y empezó a decir que tenía que hacer mi nota atractiva o no tendría interés para los lectores, le insistí que no inventaba… así fueron los días que pasó conmigo: sugería datos falsos, casi de película y yo me molestaba y lo ignoraba.

Terminó por caerme mal cuando por accidente dejó su reporte precisamente en la computadora donde yo escribía y con asombro leí su mal redactado análisis que criticaba sin ton ni son el trabajo de mis compañeros y mío. La frase final y lapidaria era «no encuentro la vena periodística en los reporteros».

Por supuesto que lo comenté con mis compañeros y resultó que a todos les había aconsejado que aderezaran o modificaran sus notas para hacerlas interesantes…

Recuerdo que el hombre terminó su inspección, pero no sé si se despidió. Tampoco recuerdo que su visita haya tenido un impacto positivo para nosotros, desde entonces creo que era un charlatán y aprendí que hay quienes inventan o fomentan que otros hagan descubrimientos, investigaciones e historias ficticias en todas partes, aquí y allá…

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