Emergencia en Los Pinos, Peña se muerde la lengua

Apenas el fin de semana, durante la asamblea del Consejo Político tricolor, el presidente Enrique Peña Nieto decía sin vergüenza alguna que había personas que pretendían identificar al PRI-Gobierno como sinónimo de corrupción.

Palabras más, palabras menos, el mandatario federal intentaba enviar el mensaje de que la larga lista de gobernadores y ex gobernadores (y la no menos larga de expresidentes) priistas, así como de funcionarios de todos los niveles, en realidad eran casos aislados y que el régimen que él encabeza, buscaba sancionar.

El titular del Ejecutivo Federal no fue muy lejos por la respuesta, a sus planteamientos del sábado ante sus compinches de partido y ‘simpatizantes precandidateables’, Aristegui Noticias les respondió el domingo con las confirmaciones del caso Odebrecht, donde se comprueba una vez más la corrupción tricolor, en este caso del ex director de Pemex, Emilio Lozoya, a quien se le acusa de recibir 10 millones de dólares para favorecer a la firma brasileña.

Obviamente, la información no fluyó de fuentes mexicanas como la Procuraduría General de la República o la Secretaría de la Función Pública o de la Unidad de Inteligencia Financiera, sino de Brasil, donde la batalla contra la corrupción ha llevado a destituir a una presidenta y a sentenciar a un expresidente.

Entonces, señor Peña Nieto, no se trata de hablar sin ton ni son, de alardear ante sus compañeros de partido, la lucha contra la corrupción, tiene que ver con el castigo a los culpables, con el resarcimiento del daño, pero no se puede esperar eso de alguien que se auto exoneró del expediente de la Casa Blanca.

Usted puede decir que está luchando contra la corrupción porque se investiga y se encarcela a unos ex gobernadores, pero si los casos no son debidamente soportados con pruebas y una a una las acusaciones (siempre menores a lo saqueado) van cayendo durante los juicios a dichos personajes y se ha llegado al extremo de que la propia PGR retire los cargos para que salgan libres, entonces sólo están simulando.

Esta simulación de combate a los corruptos ya la impunidad es lo que los ciudadanos mexicanos ya no quieren, señor presidente, y es lo que podrán hacerles pagar en el próximo proceso electoral, a menos que como acostumbra el PRI, acudan de nuevo a la corrupción y desvíen fondos públicos para las campañas, gasten dinero de más cuya procedencia nadie sabe y manipulen los programas sociales para ‘comprar’ el voto de los más pobres.

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