Alimentos nutritivos, el combustible del aprendizaje

Desde hace tiempo, la Harding Senior High, una escuela pública en St. Paul, Minnesota, es conocida como una escuela 90-90-90: 90 por ciento de los estudiantes pertenecen a minorías, casi el 90 por ciento viene de familias pobres o en dificultades y, hasta hace poco, 90 por ciento se gradúan (ahora es cerca del 80 por ciento) para continuar con estudios universitarios.

Son estadísticas impresionantes. Pero quizá lo más sorprendente sobre esta escuela es que reconoce la contribución crucial de la comida adecuada y la buena nutrición en el éxito académico. En consecuencia, ofrece tres comidas equilibradas al día para todos sus estudiantes, algunos de los cuales no tendrían mucho que comer en la semana si no fuera por eso.

Para quienes no pueden llegar a tiempo para desayunar, hay una comida alternativa después del primer bloque de clases que comen durante el segundo. Cada estudiante puede ir por su cena al final del día escolar y quienes practican deportes después de la escuela pueden llevársela a los entrenamientos y partidos.

Para Jennifer Funkhauser, una profesora de francés en Harding y participante activa del programa de comidas, asegurarse de que los estudiantes estén bien alimentados es esencial para su capacidad de éxito académico. Funkhauser y el personal de Harding están muy conscientes de todos los estudios que demuestran que es difícil aprender para los niños hambrientos o malnutridos.

Proporcionar cantidades adecuadas de alimentos nutritivos en las escuelas es sumamente importante. “Los estudiantes que comen comidas regulares y saludables tienen menos probabilidades de estar cansados, están más atentos en clase y retienen más información”, le dijo a The Atlantic Sean Patrick Corcoran, profesor adjunto de economía y política educativa de la Steinhardt School of Culture, Education and Human Development de la Universidad de Nueva York.

Mejores puntajes

De hecho, estudios bien diseñados han demostrado que “los estudiantes de las escuelas que contratan a un proveedor de almuerzos escolares saludables obtienen un puntaje más alto” en las pruebas estatales de rendimiento, de acuerdo con un informe de abril publicado por Michael L. Anderson, de la Universidad de California en Berkeley, y sus colegas. Mostraron una mejora de cuatro percentiles en los resultados de las pruebas por encima de los obtenidos en las escuelas con comidas menos saludables.

“Aunque este efecto es modesto en cuanto a magnitud, el costo relativamente bajo de los proveedores de almuerzos saludables en contraste con la preparación de comidas provenientes de la misma escuela hace que esta sea una manera rentable de elevar los resultados de los exámenes”, concluyeron los investigadores.

Sin embargo, en Estados Unidos, después de haber realizado grandes mejoras impulsadas durante el gobierno de Barack de Obama en cuanto al valor nutricional de las comidas escolares, la Cámara de Representantes de Estados Unidos, dominada por los republicanos, y la administración de Trump han comenzado a socavarlas.

En 2010, gracias al apoyo de Michelle Obama, el congreso aprobó la Ley de Niños Sanos y sin Hambre, con la que se renovó el programa de almuerzos escolares de Estados Unidos para aumentar las porciones de vegetales, frutas y granos enteros, ofrecer calorías apropiadas según la edad, eliminar grasas trans peligrosas y fijar un límite para los niveles de sodio. A las escuelas se les entregaron incentivos a manera de fondos de rembolso de comidas para impulsarlas a participar.

Desafortunadamente, para 2015 la cámara baja incluyó exenciones en la ley presupuestaria mediante las que se permitía que las escuelas con una pérdida neta de seis meses de ingresos, causada por cualquier razón, pudieran abandonar el programa para ofrecer comidas más saludables, escribió Jennifer Woo Baidal, una pediatra afiliada con el Columbia University College of Physicians and Surgeons, en la revista New England Journal of Medicine.

No a los recortes, sí a la alimentación

Y Sonny Perdue, actual Secretario de Agricultura y exgobernador de Georgia, retrasó por lo menos tres años la agenda en cuanto a la reducción de altos niveles de sal en los almuerzos escolares. El retroceso también permitirá que las escuelas sirvan granos refinados y leche saborizada con uno por ciento de grasa, en vez de la que está libre de ella. ¿Acaso eliminarán a continuación el progreso en materia de vegetales y frutas, calorías y otras grasas?

Claramente, un programa expansivo de alimentación en las escuelas como el de Harding Senior High deberá ser copiado en todo Estados Unidos, a diferencia de lo que debería suceder con los recortes presupuestarios.

“La nutrición puede afectar el aprendizaje a través de tres canales: el desarrollo físico (por ejemplo, la vista), la cognición (por ejemplo, la concentración y la memoria) y el comportamiento (por ejemplo, la hiperactividad)”, escribió el equipo del estudio de Berkeley. Explicaron, por ejemplo, que las dietas altas en grasas saturadas y trans tienen un impacto negativo en el aprendizaje y la memoria, pues reducen las sustancias en el cuerpo que apoyan el procesamiento cognitivo y aumentan el riesgo de disfunción neurológica.

Las escuelas se han quejado de que a los niños no les gustan las comidas saludables y tienen más probabilidades de tirar la comida. Sin embargo, un análisis de tres grandes estudios realizados por Pew Charitable Trusts reveló que, bajo las normas de nutrición mejoradas, el desecho de alimentos disminuyó en 12 escuelas de Connecticut; que los niños consumieron más frutas y verduras en ocho escuelas primarias del sureste de Texas, y que en cuatro escuelas primarias estudiadas por la Facultad de Salud Pública de Harvard, los niños comían más de sus porciones de entrada y vegetales y más niños tomaron una porción de fruta.

Alimentos nutritivos aumentan las ventas

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cornell en una escuela preparatoria de Nueva York en 2012 encontró que hacer que los alimentos más saludables fueran más convenientes para los estudiantes aumentó su venta en un 18 por ciento y redujo en casi un 28 por ciento los gramos de alimentos poco saludables consumidos.

Una investigación previa de Cornell encontró que simplemente mover la barra de ensaladas de una esquina de la cafetería al centro aumentó las ventas y el consumo de este alimento más saludable.

La investigación también halló que ofrecer a los estudiantes una opción entre dos alternativas de vegetales y hacer que paguen en efectivo artículos no saludables como postres y refrescos puede mejorar el consumo de alimentos más saludables sin reducir los ingresos de los estudiantes o la participación en los programas de almuerzo escolar.

Si bien los estudios no son concluyentes, sugieren que con unas cuantas medidas simples, las escuelas pueden tener un impacto en los alimentos que los estudiantes comen.

(Con información de The New York Times)

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