1 mil 500 millones de pobres víctimas de enfermedades

La Habana. En la inmensa mayoría de los países, son desconocidas o han sido erradicadas desde el siglo pasado, pero en África y zonas de Asia forman parte de la realidad cotidiana de millones de personas que las sufren, en muchos casos hasta la muerte.

Son las enfermedades causantes de enormes sufrimientos o, en el menos dramáticos de los casos, de secuelas terribles que invalidan a quienes las padecieron; Dracunculiasis, elefantiasis, la llamada ceguera fluvial, la enfermedad del sueño y el tracoma.

Como siempre ocurre los afectados son poblaciones vulnerables debido a que subsisten por debajo del umbral de la pobreza más abyecta en zonas a las cuales no llega o no hay acceso a atención médica especializada; los olvidados del mundo, que siempre son más.

Estimados de agencias especializadas cifran en alrededor de mil 500 millones el número de personas de 149 países que están en riesgo de contraerlas o padecen esas dolencias, una gran cantidad de ellos sin esperanza de recuperarse.

Dracunculiasis

El origen del nombre de la Dracunculiasis no puede ser menos terrible pues significa infección con dragones pequeños, derivada de su causante, el gusano de Guinea, cuya larva penetra en la piel, causa una llaga ardiente y, una vez madura, causa una explosión en la piel del contagiado por la que emerge a la superficie, si es que antes no le ha sido extraído con un doloroso procedimiento médico.

La dolencia afecta a los mamíferos: humanos, perros, gatos, caballos, ganado, y en su variante Dracunculus insignis a otros miembros de la fauna como mapaches, zorros y zorrillos, entre otros.

A fines del siglo pasado el número de casos conocidos era del orden de los tres millones, en particular en países al sur del Sahara, la cual en la actualidad muestra un descenso alentador, con los nuevos pacientes detectados en Chad por la ingestión de alimentos sin la debida cocción o productos acuáticos frescos o curados, y algunos sospechosos en Etiopía.

Los expertos han determinado que el caldo de cultivo de los agentes transmisores, en particular los mosquitos, son aguas contaminadas, aunque también puede adquirirse por la ingestión de alimentos infestados.

Elefantiasis y ceguera fluvial

Otra muy extendida es la elefantiasis, más que una enfermedad un síndrome, es decir un conjunto de síntomas característicos de una enfermedad o un estado determinado, cuya manifestación visible es la inflamación grotesca de los miembros y los órganos genitales visibles que hacen perder al contagiado parte de sus facultades motoras.

Otra de las villanas de la lista es la ceguera fluvial, causada por las larvas de gusanos parásitos que son depositados en el desafortunado por moscas de la familia Simuliidae las cuales emigran hacia los ojos y causan la pérdida de la visión.

Lo triste de la situación es que reciben escasa atención a pesar de que sus efectos son devastadores si se comparan con otras dolencias más comunes y de conocimiento más general tales como la malaria y la polio,

La tripanosomiasis y el tracoma

En el caso de la enfermedad del sueño o trypanosomiasis solo el año pasado fueron registrados dos mil 184 pacientes picados por la mosca tse tse cuyas larvas crecen en los nódulos linfáticos y la sangre del paciente y causa jaquecas, fiebre, debilidad, dolor en las articulaciones y rigidez y emigra al sistema nervioso central donde ocasiona numerosos cambios y otros padecimientos que pueden desembocar en la muerte.

El tracoma es otro padecimiento objeto de atención ya que en 2016 alrededor de 85 millones de personas fueron tratadas con antibióticos de amplio espectro, una cifra impresionante, pero de menor impacto si se considera que representa solo el 45 por ciento de la población necesitada de atención urgente.

La enfermedad es causada por una infección bacteriana de los ojos cuyo contagio ocurre cuando una persona sana se toca los ojos o viste ropas de un paciente o una mosca se posa en los ojos o la nariz.

Gobiernos, organizaciones humanitarias y universidades emprenden un esfuerzo el cual reivindica haber atendido solo en 2016 hasta mil millones de personas de sectores de riesgo o vulnerables ‘con resultados alentadores’, según el reporte de la entidad Unidos para el Combate a las Enfermedades Tropicales Desatendidas (Ucetd).

Siempre según el informe de la Ucetd ese año ‘fueron atendidas alrededor de mil millones de personas y al presente hay 400 millones de pacientes menos necesitados de tratamiento’.

La estrategia de la agrupación se basa en el tratamiento precoz para reducir los riesgos de contraer algunas de esas enfermedades, disminuir la recidiva y, como propósito inmediato, interrumpir la transmisión por contagio de la dolencia, esto último difícil de lograr a causa de las condiciones de hacinamiento en que viven los pacientes.

Una guerra que la humanidad está en vías de perder

A pesar del titánico esfuerzo, la humanidad está perdiendo la guerra contra esas enfermedades debido a causas raigales que persisten en el continente, como el subdesarrollo, la pobreza generalizada, los conflictos internos, las taras políticas y económicas heredadas de siglos de dominación colonial y los efectos devastadores del cambio climático, en particular las sequías.

Ejemplo de ello es el progreso en la expansión de la lepra, esa enfermedad que incluso aparece en la Biblia cuya incidencia tiene una arista más preocupante aún, pues se manifiesta en niños y los adelantos hacia la expansión del contagio están detenidos.

(El autor Moisés Saab es periodista de la Redacción África y Medio Oriente de Prensa Latina.)

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