ONU pide a Birmania cesar ataques militares contra rohinyás

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pidió este jueves a Birmania un «cese de las operaciones militares» en el oeste del país y denunció una «pesadilla humanitaria», poco después de que 15 refugiados rohinyás murieran en un naufragio al intentar huir.

Una nueva tragedia golpeó a la minoría musulmana rohinyá cuando naufragó una embarcación de refugiados que zarpó el miércoles por la noche de una aldea costera de Rakáin rumbo a Bangladés cerca de la playa. Se hallaron 15 cuerpos, 10 de ellos de niños.

En una inusual reunión pública del Consejo de Seguridad sobre Birmania -la última remonta a 2009-, Guterres pidió al Gobierno birmano un «acceso humanitario» en el oeste del país y «asegurar el regreso en seguridad, voluntario, digno y durable» a sus regiones de origen de los refugiados que han huido a Bangladés.

El número de rohinyás llegados a Bangladés desde finales de agosto para escapar de la violencia en Birmania superó este jueves el simbólico umbral del medio millón, según las últimas cifras de la ONU.

En total, 501 mil 800 huyeron de la zona, lo que supone uno de los desplazamientos de poblaciones más importantes de Asia en lo que va de siglo.

En la reunión, a la que asistían los representantes birmano y bangladesí, no estaba prevista ninguna declaración común del Consejo de Seguridad, que sigue dividido sobre la cuestión.

Más allá de las habituales condenas a la violencia y los llamados a poner fin a los combates, Pekín, con el apoyo de Moscú, rechaza cualquier injerencia en los asuntos interiores birmanos.

China es el principal apoyo de Birmania, donde tiene importantes intereses económicos, sobre todo en el oeste. Es en esta región donde el ejército birmano está llevando a cabo una campaña de represión, consecuencia de los ataques de los rebeldes rohinyás el 25 de agosto.

El hecho de que siete países de los 15 miembros del Consejo de Seguridad pidan una reunión «pública» sobre Birmania y que el secretario general de la ONU participe para evaluar la situación significa un avance importante, coinciden sin embargo varios diplomáticos occidentales.

Pekín, bajo presión

El objetivo es «poner bajo presión a birmanos y chinos», señaló uno de ellos, que requirió el anonimato. Este encuentro «es una clara señal para Birmania», insistió otro. «No podemos permanecer callados», afirmó por su parte el embajador francés, François Delattre.

Las últimas reuniones desde finales de agosto habían sido a puerta cerrada.

Y los llamados de la ONU para poner término a la represión, abrir accesos humanitarios en el oeste birmano y permitir el regreso de los rohinyás quedaron en letra muerta.

Por primera vez desde el inicio del nuevo brote de violencia, representantes de Naciones Unidas tenían que acceder este jueves a la zona del conflicto en Rakáin, en una visita «organizada» por el gobierno birmano. Pero en el último momento, las autoridades aplazaron el viaje hasta la próxima semana, oficialmente a causa del mal tiempo.

Limpieza étnica

Los rohinyás, la población apátrida más grande del mundo, están considerados como extranjeros en Birmania, un país con más del 90% de la población budista.

La ONU considera que el ejército birmano y las milicias budistas están perpetrando una limpieza étnica contra esta comunidad en Rakáin.

El éxodo de los rohinyás ha desbordado a las autoridades de Bangladés, una nación pobre del sudeste asiático de mayoría musulmana.

En los gigantescos campamentos de refugiados en la frontera, autoridades y ONG no dan abasto ante la marea humana que llega al país y temen que, en medio de las precarias condiciones sanitarias en las que viven, se propaguen epidemias de cólera, disentería o diarreas.

Birmania, duramente criticada, acusa sin embargo a la comunidad internacional de posicionarse a favor de los rohinyás, e insiste en los casi 30.000 budistas e hindúes que también han tenido que huir a causa de estos combates.

La dirigente de facto birmana, Aung San Suu Kyi, reprendida por su ambigua posición frente a esta crisis, mantiene una frágil equilibrio con el poderoso ejército birmano. En un esperado discurso la semana pasada, la premio Nobel de la Paz dijo que los refugiados podrían volver, aunque no dejó claros bajo qué criterios.

(Con información de AFP)

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