Denuncian impunidad de abusadores sexuales en Corea del Norte

Las mujeres norcoreanas son víctimas de acoso y abusos sexuales por parte de policía y otros representantes de los servicios estatales que benefician de una impunidad casi total, según un informe publicado este jueves por una ONG.

Human Rights Watch basa su investigación en entrevistas a 54 tránsfugas norcoreanos y describe situaciones de violaciones y otros abusos perpetrados por el personal de seguridad, como guardias fronterizos, pero también por civiles en puestos de autoridad.

La ONU acusa a este hermético país, profundamente jerarquizado y patriarcal, de abusos generalizados en materia de derechos humanos.

Entre las personas que desertaron, muchas son mujeres, porque tienen más libertad de movimiento al no ocupar puestos de funcionarios, que suelen estar en manos de hombres.

Los norcoreanos que huyen a China pero son detenidos en su intento sufren una represalias muy duras, entre ellas la tortura. Para las mujeres se suman los abusos sexuales, según esta ONG con sede en Estados Unidos.

«Cada noche, las mujeres estaban obligadas a ir con un guardia y eran violadas», relata una víctima, de unos treinta años, que fue encarcelada en un centro de detención en la frontera.

«Cada noche, un guardia de la prisión abría la celda. Yo permanecía tranquila, y hacía como si no lo hubiera visto, esperando que no sería yo la que estaría obligada a seguirle», explica.

«Un secreto a voces»

Los contrabandistas, entre los que también hay muchas mujeres, que transportan mercancías en la frontera con China para venderlas en los mercados privados, tienen que pagar, con sobornos o favores sexuales, a toda una serie de intermediarios, según HRW.

Entre los que cometen estos abusos figuran gerentes de empresas públicas, guardias de seguridad en los mercados o en los puestos de control, pero también «policías, magistrados, soldados o revisores de trenes».

Una mujer que vendía ropa explica que fue tratada como un juguete sexual «a merced de los hombres». «Cuando querían, los guardias de los mercados o los policías me pedían seguirles a una habitación vacía, fuera del mercado, o a otro lugar que elegían», y allí abusaban de ella.

«Es tan frecuente que nadie cree que sea grave. No se dan cuenta de que sufrimos», se lamenta. «Pero somos humanas». «Entonces, sin gritar, lloramos en la noche sin saber el porqué».

Las personas entrevistadas por la ONG explican que muchas víctimas fueron expulsadas de la universidad, o golpeadas y abandonadas por sus maridos por traer la deshonra al establecimiento o a la familia.

«La violencia sexual en Corea del Norte es un secreto a voces, ampliamente tolerados y no tratado», declara Kenneth Roth, director general de HRW.

«Auténticos derechos humanos»

«Las norcoreanas dirían probablemente ‘Me Too’ si ellas pensaran obtener justicia pero la dictadura de Kim Jong Un las reduce al silencio», asevera.

El líder norcoreano es el tercero de la dinastía que dirige Corea del Norte, donde el Estado policial es omnipresente y no se tolera la disidencia. Las autoridades controlan los medios y el movimiento mundial de #MeToo contra los abusos sexuales pasó totalmente desapercibido.

Según los datos suministrados por Pyongyang a la ONU, cinco personas fueron condenadas por violación en 2015.

Las autoridades norcoreanas aseguran que garantizan «auténticos derechos humanos», argumentando que Occidente no tiene la potestad de imponer sus normas a todo el planeta.

En el informe de HRW, otra víctima explica que un policía la violó tras tenerla tres días sin comida en una habitación a oscuras, en un centro de detención en la frontera.

Ahora, que ella vive en Corea del Sur, sabe que aquello fue «violencia y una violación», pero en aquel momento, «pensaba que yo ofrecía mi cuerpo para poder salir de allí». «No me sentía mal. Incluso pensaba que tenía suerte».

(Con información de AFP)

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