Para saber si te puedes fiar de una noticia de salud…

Aunque en general uno sabe que no hay que creerse automáticamente todo lo que se lee en internet, ¿cómo saber cuando una información sobre salud es fiable y cuándo no?

A veces los periodistas exageran, malinterpretan, extrapolan o simplemente repiten lo que otros dicen sobre los resultados de un estudio.

En otras ocasiones son los propios autores o terceras partes interesadas quienes pueden exagerar los resultados de una investigación.

Por eso, te presentamos seis preguntas que puedes utilizar para medir la fiabilidad de una noticia, basadas en las recomendaciones escritas por la doctora Alicia White para el servicio británico de salud pública, (NHS, por sus siglas en inglés).

1. ¿Está basada en una investigación científica?

El artículo debería dar información sobre la evidencia científica que sustenta la noticia. Si no existe esa información, la noticia debe ser tomada con mucho cuidado.

«Lo mismo se aplica a investigaciones que todavía no fueron publicadas», escribe White.

2. ¿Está el artículo basado en una reseña o «abstract» de un congreso?

Los resultados de estudios que se suelen presentar en congresos están con frecuencia en una etapa preliminar y todavía no fueron examinados con escrutinio por otros expertos de ese campo.

Además, las reseñas de congresos casi nunca dan detalles sobre la metodología de la investigación, con lo cual es difícil juzgar la fortaleza del estudio.

Cuando los estudios científicos fueron publicados en revistas especializadas, normalmente quiere decir que ya pasaron por una evaluación y escrutinio por parte de otros académicos, un proceso que da ciertas garantías de calidad y que en inglés se denomina en inglés peer-reviewed.

3. ¿Se hicieron las pruebas en humanos?

«Con frecuencia, la ‘cura milagrosa’ del titular resulta que solo fue probada en células de laboratorio o en animales», apunta la doctora White.

Los estudios en células y en animales son etapas iniciales de investigación que resultan cruciales «y no deberían ser infravaloradas».

«Sin embargo, muchos fármacos que muestran resultados prometedores en células de laboratorio no funcionan en animales y muchas sustancias que parecen prometedoras en animales no funcionan en humanos».

4. ¿Con cuánta gente se hizo el estudio?

En general, dice la doctora, «cuanto más grande es el estudio, más fiables son los resultados».

Los estudios pequeños pueden dejar atrás importantes diferencias porque carecen de potencial estadístico y además son más susceptibles de encontrar cosas «por casualidad».

«Así que cuando veas que un estudio se hizo solo con unas cuantas personas, toma la información con cuidado».

5. ¿Tenía el estudio un grupo de control?

Existen muchos tipos diferentes de estudios para contestar a diferentes preguntas. «Si la pregunta es sobre si un tratamiento o exposición a una sustancia tiene un efecto o no, entonces el estudio necesita tener un grupo de control».

Eso le permite a los investigadores comparar lo que le pasa a la gente que sigue el tratamiento con lo que le sucede a quienes no lo siguen.

«Si el estudio no tiene un grupo de control, entonces es difícil atribuirle los resultados al tratamiento con certeza», escribe White.

La doctora puntualiza además que es importante que el grupo de control sea lo más parecido posible al grupo tratado. Y la mejor manera de lograrlo es asignando de manera aleatoria a los participantes a uno u otro grupo.

Esto es lo que ocurre cuando las investigaciones se hacen con una prueba controlada aleatorizada o ensayo controlado aleatorizado, conocido como RCT, que se considera el método «de oro» para probar los efectos de los tratamientos.

«Así que cuando leas sobre un fármaco, un alimento o un tratamiento que se supone que causa un efecto ‘x’, lo que quieres es tener evidencia de que hubo un grupo de control e, idealmente, de que el estudio se hizo aleatorizado. Sin ambos, mantén un saludable escepticismo», recomienda White.

6. ¿Quién financió y quién condujo el estudio?

Esta pregunta añade un punto final de cinismo. Según la doctora White, la mayoría de los experimentos hoy en día están financiados por los propios fabricantes del producto que se está estudiando, ya sea un fármaco, una crema de vitaminas o un alimento.

Eso significa, apunta White, que son una parte interesada en los resultados del estudio, algo que potencialmente podría afectar los hallazgos de los investigadores, ya sea de una manera más o menos consciente.

Pero eso no quiere decir, matiza, que todas pruebas realizadas por los fabricantes o patrocinadores sean poco fiables. «Muchos son muy buenos», apunta.

Pero es conveniente ver quién financió el estudio para descartar un potencial conflicto de intereses.

(Con información de BBC Mundo)

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