Fomentan clima de odio entre chiapanecos

En estos momentos, las condiciones sociales en Chiapas no son las más halagüeñas. El empobrecimiento de la población ha sido constante en los últimos 20 años y la tensión y los conflictos están presentes en gran parte del territorio estatal.

Los viejos problemas se han agudizado y los nuevos problemas se multiplican con dinámicas propias, que se imbrican y se confunden unos con otros.

A esto hay que agregarle la ausencia de crecimiento económico, que representa una pobre generación de empleos y en los casos en que se generan, son con salarios mal remunerados, que conduce a la precariedad.

En las comunidades indígenas es donde hay un mayor crecimiento de la población y de la pobreza. Esto significa una agudización de las problemáticas sociales en varios municipios, lo que complica la intervención y solución de los problemas.

Entre los municipios de más alta conflictividad son San Juan Chamula, Oxchuc, Chenalhó, Zinacantán, Chalchiuitán, Tenejapa, Ixtapa, El Bosque, Simojovel, Bochil, Pueblo Nuevo, Tila y Chilón.

En cualquiera de esos municipios existen condiciones sociales para que una chispa se convierta en un problema mayor, sobre todo, por la fuerte presencia de grupos paramilitares y porque las organizaciones sociales de toda esa región se encuentran fuertemente armadas, además de que existe una fuerte disputa por las tierras en posesión de Bases Zapatistas o de adherentes de la Sexta Declaración de la Selva, que son consideradas por otras organizaciones como tierras de nadie; situación que tiene divididas y confrontadas a cientos de comunidades, sin que exista una política de construcción de paz y de desarme en ese territorio.

Pero de igual forma, las condiciones nacionales no ayudan a la gobernabilidad. Hoy la presidencia de la república se encuentra fuertemente cuestionada por la crisis económica, por los actos de violación a los derechos humanos, por la corrupción denunciada por las propiedades de la familia presidencial y de los colaboradores más cercanos del presidente.

Todo lo anterior fomenta en Chiapas la creación de escenarios de violencia en gran parte del territorio del Estado y con ello se mella y se pone en riesgo la frágil gobernabilidad, en un momento en que existe una fuerte restricción presupuestaria en la entidad.

Estas condiciones sociales y económicas adquieren un riesgo mayor, por la cultura del odio que empieza a presentarse en algunos grupos en contra de los gobernantes, mismo que se manifiesta a través del malestar, rechazo, insulto y escarnio hacia políticos y funcionarios de los tres niveles de gobierno, pero también se presenta entre militantes de los diferentes partidos políticos. En la que se corre el riesgo que este clima de odio se incremente, por la guerra sucia que se empieza a vislumbrar entre los suspirantes hacia el proceso electoral de este año.

Todo este clima de linchamiento se refleja por los bajos niveles de reconocimiento y popularidad que tienen actualmente el gobernador del Estado y el presidente de la república, situación que reduce considerablemente la legitimidad de ambos y en la que se prevé un escarnio mayor, como una forma de rechazo popular a los pobres resultados de ambos gobiernos.

(Con información de Diario Contra Poder en Chiapas)

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