Saqueo en Chiapas crea más de 200 mil pobres

La situación social en Chiapas presenta diversos conflictos y no se ven visos que exista interés en prestarles mínima atención para que esto cambie en el corto plazo.

La población en condiciones de pobreza ha crecido en más de 200 mil personas y la economía estatal ha decrecido en menos 4%; situación que resulta inentendible por la cantidad de recursos etiquetados para Chiapas, que tiene un presupuesto asignado mayor que el que tiene el Estado de Nuevo León, lo que deja entrever condiciones de corrupción, despilfarro y ausencia de proyectos de desarrollo.

A esta situación, se le incorpora una práctica de vulneración generalizada de derechos humanos, debido sobre todo, a la ineficiencia con que se proporcionan servicios y apoyos, con el fin de atender las necesidades básicas y la mejora en el libre desarrollo individual y colectivo de la población en más de 20 mil comunidades dispersas en el territorio chiapaneco.

De igual manera, no se puede omitir las deficiencias en el funcionamiento del sistema de justicia estatal y federal, que convierte al ejercicio de la ley, en una situación alarmante de prácticas de impunidad y en donde los representantes del poder judicial estatal se encuentran plenamente subordinados a los intereses del Ejecutivo, lo que sesga y limita la impartición de justicia.

Pero los problemas agrarios continúan siendo un conflicto severo para la construcción de la paz, sobre todo por la polarización que existe entre diferentes las organizaciones campesinas y el EZLN, y porque aún se promueve y se tolera la actividad explícita y violenta de los grupos paramilitares, que se constituyeron desde hace 20 años y que actualmente viven una recomposición y complicidad con el poder local.

En este sentido, siguen latentes las prácticas de desalojo, expulsiones y desplazamientos de población, ya sea por problemas políticos o por cuestiones religiosas.

De igual manera el gobernador ha sido extremadamente generoso y benevolente con la corrupción manifiesta de varios de sus colaboradores, que no han sabido responder a las circunstancias que Chiapas requiere.

Los resultados en la economía de la entidad saltan a la vista, el secretario Ovidio Cortázar y sus colaboradores, están reprobados y deben ser removidos inmediatamente; en la secretaría del campo, durante la gestión de Julián Nazar se vivió una sangría galopante de recursos, en medio de una impunidad que sorprende.

La secretaría de Desarrollo y Participación Social ha pasado desapercibida; sus resultados son negativos y la cruzada del hambre no ha tenido los resultados esperados. En la Secretaría del Medio Ambiente, hay una ausencia inexplicable de acciones aún y cuando este gobierno presume de tener un espíritu ecologista. En la Secretaría de Salud, no existe capacidad para contrarrestar las epidemias producidas por vectores, que han producido muertes en la población ante la pasividad de las autoridades responsables.

En Educación, el retroceso es evidente y no existe un proyecto educativo en la entidad, que permita visualizar mínimas expectativas de que se tiene ideas de cómo mejorar los procesos educativos y de reducir el rezago educativo.

En el manejo de la política interna, en lo que lleva este gobierno, han habido tres secretarios, pero los resultados son lo mismo: una ausencia en el manejo de la operación política y un crecimiento en las dificultades para construir gobernabilidad.

Los cambios en el gabinete son urgentes y necesarios, pero en realidad el gobernador no tiene mucha tela de donde cortar y posiblemente, en el caso en que se dieran movimientos, los relevos podrían ser peor que los actuales funcionarios.

Bajo esas perspectivas, en el futuro inmediato, no se perciben posibilidades para construir mejores condiciones de vida para los chiapanecos. (Con información de José Adriano Anaya)

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